El placer de no leer un libro

Miguel Valenzuela, estudiante de periodismo, ha escrito este reportaje sobre librerías y bibliotecas distintas en Zaragoza. La Biblioteca Frida Kahlo aparece entre ellas. Lo podéis leer aquí:

Miguel Valenzuela

El placer de no leer un libro

Entre las bibliotecas y librerías de Zaragoza destacan algunos establecimientos en los que los libros comparten espacio con exposiciones de pintura, alimentos ecológicos, videojuegos o cafeteras: buscar un libro se vuelve tan enriquecedor como leerlo

Dijo Gustavo Aldolfo Béquer que el recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo. Esta máxima se puede aplicar a otras facetas de la vida como, por supuesto, la difusión de la literatura. Comprar o tomar prestado un libro no tiene por qué reducirse a un simple cambio de manos; el primer contacto con una obra puede ser más atractivo y memorable. Al menos eso piensan en varias bibliotecas y librerías de Zaragoza que, desde hace algunos años, intentan que llevarse un libro a casa se convierta en una experiencia: que el recuerdo ya sea grato antes de abrir la tapa.


El nuevo papel de los libros

“El Pequeño Teatro de los Libros” es un nombre que lleva a la confusión. La persona que vaya por primera vez pensará que se ha confundido y se disculpará ante el vendedor con un “creía que esto era una librería”. Al atravesar la puerta se deja atrás el ruido de la calle y se entra a un lugar de relajación: música suave, mobiliario sencillo, pulcritud. Los telones teatrales que dividen las salas hablan de que esto no es una librería normal. “Hemos montado un espacio para redirigir aptitudes”, explica Carolina Peláez, una de las copropietarias.

Carolina y su socio Ciro crearon en el año 2008 El Pequeño Teatro de los Libros, inspirados por las librerías que les habían fascinado en sus viajes, donde se hacían recitales, presentaciones, exposiciones… Querían dar un lugar así a Zaragoza y para ello buscaron un local grande donde dar cabida a sus ideas. Quien se adentra en los 400 m2 de El Pequeño Teatro de Los libros ha de saber que “se va a encontrar algo completamente diferente a lo que piensa que se va a encontrar en una librería del barrio de Las Fuentes”.

Los libros juegan un papel protagonista en este teatro pero se apoyan en muchos actores secundarios: actividades para niños, el ciclo “Tardes de blog”, presentaciones de libros, exposiciones de pintura o recitales de poesía. Carolina admite que están contentos: “una de las frases que más se han repetido en esta librería es «¡qué bonita!», y «me encanta vuestra librería» sería otra; y esto no lo digo yo”.

La Biblioteca para Jóvenes Cubit se encuentra más al norte, en La Azucarera del Rabal. El arquitecto alemán Christian Schmitz rehabilitó y modernizó este vetusto y típico edificio de la Zaragoza de siempre. De hecho, la arquitectura y la decoración son dos de los muchos aspectos destacables de Cubit. En el interior conviven dos llamativas estructuras. Una es un gran cubo de cristal de cuatro plantas –que da nombre a la biblioteca– donde se encuentran las principales salas. La otra es la Torre de Libros, también acristalada, en la que reposan los fondos de la biblioteca. Pilar Domínguez, técnico sociocultural de la biblioteca, describe el efecto que tiene la luz: “es impresionante gracias a la combinación de láminas transparentes y translucidas y los espacios que dejan las estanterías que se vacían”.

La Biblioteca para Jóvenes Cubit es un proyecto del Ayuntamiento de Zaragoza en colaboración con la Fundación Bertelsmann y la Caja de Ahorros de la Inmaculada, que se inauguró en julio de 2010. Pilar Domínguez explica otra de sus peculiaridades, la de ser una biblioteca para jóvenes: “trabajamos sobre todo para gente de 12 a 30 años, intentamos hacernos con un fondo atractivo de música, cine, videojuegos, que llame la atención de este sector de la población”.
En este espacio de diseño vanguardista y mobiliario minimalista ofrece una gran variedad de posibilidades: plaza activa, un espacio abierto a todo tipo de actividades; la zona chill out para desconectar del estudio, zonas para realizar trabajos colectivos y un buen número de secciones relacionadas con los intereses juveniles. Además, en Cubit tienen su sede la oficina del voluntariado de Zaragoza, la Asociación de Jóvenes Empresarios y Zaragoza Activa.


La lucha traspasa las hojas


En La Magdalena, la voz contra las injusticias no queda a merced del viento: la solidaridad deja huella en los libros. El Centro Social La Pantera Rossa es un buen ejemplo. En su local de la calle San Vicente de Paúl se reúnen participantes de los colectivos A Zofra, Mambrú, Red de apoyo a Sin Papeles y de la edición aragonesa de Diagonal. “Es una oportunidad de apertura al público, antes como colectivos apenas nos se nos conocía porque no teníamos un lugar donde interactuar directamente con el público”, cuenta Guillermo Valenzuela, uno de los miembros de La Pantera
Rossa. “Este espacio es para vender libros pero también para que la gente venga, nos conozca y podamos interactuar con ella e intervenir políticamente”.

La Pantera Rossa invita al esparcimiento: por todo el local hay mesas y sillones a disposición de los clientes, los libros comparten las estanterías con alimentos de comercio justo, la venta de libros espera a que los clientes terminen de conversar o acaben su café. Este centro social es un espacio diáfano que sirve para el comercio, la lectura o la organización de talleres sobre injusticias sociales, según las necesidades. “La gente comenta que es un local muy interesante, que no se conocían en Zaragoza lugares de este tipo, que combinasen librería, cafetería, presentaciones, actividades de grupos alternativos…”, anota Guillermo Valenzuela.

La amabilidad y sencillez de la decoración no ocultan el trasfondo que late en La Pantera Rossa desde su inauguración en diciembre del año pasado: “queremos que las luchas de los movimientos sociales tengan mayor potencia en la ciudad y que este centro social sirva para eso”, aclara Valenzuela. Además, la creación de esta empresa no se contradice con sus ideales: “políticamente es una opción valorable montar este tipo de empresas que tienen un interés distinto del de buscar el beneficio; además, puede mantener a gente trabajando y libera trabajo militante”.

Sin cambiar de barrio, callejeando se llega a la calle Pedro Liñán, donde se encuentra Treziclo, un espacio compartido por los colectivos Towanda, Os Diaples d’a Uerba, Caracol Zaragoza y la biblioteca autogestionada Frida Kahlo. La bilbioteca Frida Kahlo surge a finales de los años 90, como explica Nacho Escartín, uno de sus fundadores y voz de La Enredadera de Radio Topo: “vimos que en Arrebato, local por entonces gestionado por el colectivo Rebel, teníamos a nuestra disposición unos cuantos libros, revistas, fanzines… decidimos ordenarlos y ofrecerlos a la gente para animar a su lectura. Y hacerlo de forma independiente, sin subvenciones ni patrocinadores”.

La sede de la biblioteca Frida Kahlo en Treziclo es un lugar modesto pero bien aprovechado, que invita a bucear entre sus libros; Nacho Escartín incita a ello: “tratamos de ofrecer lo que llamamos «lecturas disidentes para mentes inquietas». Cualquier persona con ganas de leer no tiene más que venir y pillar lo que quiera, y si quiere llevarse algo a casa, se hace socia y ya está enredada con nosotras”.

La biblioteca Frida Kahlo tiene otras tres sedes en La Magdalena: el Zentro Sozial Autochestionau A Enrestida, el bar vegetariano Birosta y el local de la Confederación General de Trabajadores. “En todos los casos, los espacios son compartidos y buscamos la implicación de sus gentes. De hecho, las personas de cada espacio son, de una u otra forma, parte de la biblioteca. Sin ellas no sería posible estar en tantos sitios”, manifiesta Nacho Escartín.

Además de la oferta de los colectivos con los que convive la biblioteca Frida Kahlo, sus socios pueden disfrutar de recitales de poesía, presentaciones de libros, debates, actuaciones teatrales y musicales. Porque, como declara Nacho Escartín, a la Frida Kahlo le gusta “pasar a la acción”: “No estamos aislados de lo que pasa a nuestro alrededor. Consideramos que todo es común, por eso participamos en redes comunitarias para organizarnos y unirnos a otras personas y tratar de revertir el orden impuesto de las cosas”.

La literatura siempre proporciona gratas vivencias, y complementarla con actividades culturales resulta una elección que atrae al público, como explica José Luis, cliente de La Pantera Rossa: “Estas iniciativas son muy interesantes, hacen falta en Zaragoza. Zaragoza tiene muchos espacios donde se venden libros pero la mayoría son contenedores de libros”. Igual que los libros abren la puerta a mundos en sus páginas, las paredes de estas bibliotecas y librerías contienen historias, ideas, solidaridad, conversaciones y cultura; dejan en el recuerdo la sensación de que pasar horas buscando un libro es una gran forma de invertir el tiempo.


Zaragoza 2016 elabora su lista de recursos culturales

La candidatura a capitalidad europea de la cultura 2016 de Zaragoza publicó en abril un mapa con los 231 recursos culturales básicos de la ciudad; 39 librerías y 34 bibliotecas, entre las que se encuentran Cubit y El Pequeño Teatro de los Libros. La Pantera Rossa está incluida como centro cultural mientras que la biblioteca Frida Kahlo no aparece: ambos centros son críticos con Zaragoza 2016 y los colectivos que los integran mantienen una relación afín. Guillermo Valenzuela, de La Pantera Rossa, se explica: “es de ese tipo de ambigüedades con las que tenemos que saber jugar. Obviamente, son ofrecimientos que vienen desde arriba, hay que darle la importancia que tiene y saber aprovecharlo; lo que no queremos es que se nos marginalice desde el principio y que, por tanto, nuestra voz sea callada. Queremos hacer política en la ciudad y para eso tenemos que estar en el debate público”.